Un niño emigrante en Alemania II

Un libro de José Sánchez Uroz

¡Nuevo libro!

Esta es una historia real
de España, de sus gentes,
ora ricos, ora pobres,
ora ilustrados, ora ignorantes,
ora creyentes, ora ateos,
ora conquistada, ora imperio,
ora drama, ora epopeya.
Una historia que nos hace
fuertes y débiles,
héroes y villanos.
Somos esa estirpe que, algún día,
como creían los viejos castellanos,
será juzgada por Dios.
«…Y vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos».
(Credo Católico)

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Un niño emigrante
en Alemania 1966

Almería – Frankfurt – Kostheim

Barcelona – Biebrich

Historia de la emigración en Alemania en dos partes. La primera parte son las vivencias del niño, una especie de diario lleno de inocencia y cambios convulsos donde prima la adaptación feliz en toda circunstancia, no así en la insegura adolescencia.
La segunda parte, es la lucha de una madre partiendo desde sus orígenes, pasando por la guerra hasta su experiencia de emigrante no exenta de problemas, también de momentos felices y un final aceptable.
Dentro de los relatos, el lector encontrará algunos datos y hechos sorprendentes donde los más sentimentales soltarán alguna lágrima rebelde.

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José Sánchez Uroz

Sobre el autor

Autor de los dos libros sobre la emigración y también de otra obra titulada “BIOSALUD, alimentos naturales aliñados con poemas e historia”. Ha disfrutado también escribiendo cuentos, poemas y componiendo algunas canciones y villancicos registrados en SGAE, así como una obra de Navidad titulada “La Navidad profetizada”.

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Allí estábamos, en la gran ciudad alemana que fue destruida en un 60% durante la II Guerra Mundial. Recuperada de la barbarie humana, se había convertido en el primer centro comercial y financiero de Alemania y sede de la gran Universidad Goethe. Qué contraste entre Frankfurt y nuestra querida y humilde Almería.
Paca escuchaba las historias de su padre sin parpadear y esa noche soñaba con un palacio nazarí adornado con seda y oro, donde su padre era el sultán y ella la princesa. Allí vivía la princesa más pobre de Almería. En su mente, la Alcazaba y dentro de su palacio, entre palmeras y cabras, un desayuno con leche recién ordeñada que los dátiles endulzaban. Así pensaba la niña en sus ratos con Alicia donde, en su País de las Maravillas, era Almería capital de toda la morería. “Por la noche se acostaba en un colchón que chirriaba al son de las panochas que en su interior albergaba. No estaba sola la niña, pues mientras papá roncaba, un ángel tocaba el arpa. Era tan dulce la música que los perros no ladraban ni las lechuzas lloraban; tan sólo el gallo cantaba cuando, al apuntar el alba, un ángel lo despertaba.
Mi padre incorporó a nuestra dieta una nueva comida o receta. Como a veces tenía los turnos de trabajo cambiados, cuando le tocaba a él hacernos la comida tenía un único repertorio, que consistía en cocer macarrones, mezclarlos con tomate y añadir carne de buey o ternera que compraba en latas, donde la carne ya estaba hervida y conservada en su jugo. Al derretirse el jugo entre los macarrones y el tomate emitía un aroma bastante agradable y no menos atractivo al paladar. Por si eso no bastaba, él incorporaba a su única receta cantidades industriales de pimienta molida, que nuestros jóvenes estómagos conseguían digerir.

A las pocas semanas, Dora buscó un nuevo trabajo para Paca en un hospital. El primer día empezó a limpiar las habitaciones con una sofisticada máquina que barría y fregaba. Como Paca no dominaba aún el mando del robot, no era rara la vez que parecía estar danzando con la dichosa máquina. La experiencia fue inolvidable y no precisamente por el robot.

Un día le tocó limpiar el suelo de un cuarto muy especial. Allí estaban todos los restos humanos extirpados por los cirujanos para que no invadieran el tejido sano. Una teta, un pie, una mano. Eso parecía el laboratorio del doctor Frankestein.

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